viernes, 15 de julio de 2011

082 CÁPSULA CIENCIA Y CONCIENCIA

DE OBRAS PÚBLICAS Y EMPEDRADOS Por Antonio Silva Tavera
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Escuchaba ayer con suma atención lo que dialogaban el Lic. Guillermo Pérez Lara, titular de este noticiero radiofónico, y el periodista Carlos Pérez Nieto, que por cierto y ateniéndonos a su decir, no son parientes.
Ambos hablaban sobre las obras públicas y ambos, respetuosamente, tocaban el tema sin agarrarlo por los cuernos.
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Las obras públicas son para beneficio de todos, por eso son públicas. Cuando se hablan de empedrados, algo que favorece a la comunidad ¿por qué criticarlos si así lo deciden las autoridades municipales actuales?
Simplemente, porque no son obras públicas de progreso real. Veamos, los empedrados tienen tres factores básicos. Los dos primeros aparentarían ser benéficos pero el tercero es impublicable.
UNO. Se aplaude que los empedrados cumplen la función de lograr más metas en metros cuadrados que los pavimentos puesto que son más baratos. Así, si con el costo de pavimentar con concreto hidráulico una calle y si con ese mismo costo se logran empedrar cinco calles, pareciera tenerse un beneficio mayor poner piedra con o sin emboquillados. Y esto no es así. Seguir empedrando calles, con las salvedades que existan, es solucionar el problema a la mitad. Nomás falta que a los luminosos gobernantes se les ocurra, por economizar, una carretera empedrada.
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DOS. Se pregona a favor que los empedrados dan oportunidad de empleo temporal debido al uso de mano de obra intensiva. Eso es medianamente cierto como veremos en el siguiente punto que desmenuza la realidad de ese tipo de obra pública.
TRES. La verdad es que, en muchos casos y en varios municipios, el usual porcentaje que se les cobra a los contratistas de obra pública y que vulgarmente es conocido como diezmo (por representar el 10% del costo total de la obra) y que se roban las autoridades, ha dejado de ser de 10% para arribar en algunos municipios hasta el 15 ó 20%. Ah, pero en los empedrados, usualmente realizados por administración directa, esto es, ejecutados por la mano de obra del mismo municipio, terminan acabando en nóminas infladas hasta del 50%. ¿Qué significa esto? Que una calle pavimentada en donde se ve coaccionado, en muchos casos, el contratista a dar un 10% pues en una obra ejecutada por el municipio se eleva al robo al exorbitante 50% porque se inflan las nóminas con singular alegría ¿cuál crees, estimado radioescucha, que prefiera realizar una administración municipal?
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Lo anterior no es producto de un ayer o sucesos que pasan hoy. En estos latrocinios no puedo señalar a alguien en particular porque carezco de pruebas fehacientes además, no son cosas de personajes, ni cosas de colores partidistas. Son cosas de ladrones nomás. Donde los ciudadanos no hemos sido capaces de señalar esos asaltos cuando los testimoniamos, conformándonos con el terrible “No le hace que robe, mientras haga algo”, pero donde tampoco los políticos han sido capaces de señalarse en serio, porque hablan de que aquél, el anterior se robó esto o aquello, pero no hay demandas formales. Y la prensa, ah, la prensa, los dueños del tintero o del micrófono tampoco han sabido ser críticos y no cómplices.
Me despido en un, dos, tres:
Uno, la frase. Cada pueblo tiene como gobernante al ratero que se merece.
Dos, la cifra. Con un techo financiero arriba de los 500 millones de pesos ¿qué le pasa a Valle de Santiago en la obra pública? ¿empedrados gananciosos nada más?
Tres. Eso es todo. Ciencia y conciencia para un mejor mañana. Nos vemos el viernes próximo. Hasta ese entonces y gracias.
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