“Al hombre le ocurre lo mismo que al árbol. Cuanto más quiere elevarse hacia la altura y hacia la luz, tanto más fuertemente tienden sus raíces hacia la tierra, hacia abajo, hacia lo oscuro y lo profundo. Hacia el mal”. Esa frase lapidaria de Nietzsche pega. El tema del día de hoy en esta cápsula trata sobre el amor al terruño. El amor a nuestra patria chica. A nuestro Valle de Santiago. Donde parecemos diferentes pero contentos.
No hay amigo nuestro, conocido o vecino que no exprese su preocupación por nuestro pueblo. Y, claro está, no hay político que también señale que lo único que lo mueve es sin duda un profundo amor por el pueblo que lo vio nacer y que, tampoco es de dudarse, está dispuesto a abonar para mejorarlo y tener una más esperanzadora comunidad local.
Todos públicamente decimos que amamos a Valle de Santiago. Ciudadanos y gobernantes. Políticos y gobernados. Luego entonces ¿por qué, si estamos hinchados de buenas y sanas intenciones, el pueblo cada vez va más para abajo como los números fríos nos los escupen?
¿Qué pasa? ¿Alguien miente o mentimos todos? Personalmente he sido muy suspicaz cuando un político en campaña me dice que desea ayudar a Valle de Santiago ¿pos desde cuándo amigo mío? Si nunca se le había conocido interés siquiera por su barrio, ni por sus vecinos, ni por su colonia. Y aquí, en este pueblo, nos conocemos desde siempre, nos conocemos demasiado incluso. ¿Cómo he de creerle al político en campaña que ahora, por designio del cielo, ha terminado por preocuparse por nosotros si nunca en su vida lo había hecho antes?
Pregunto a los oyentes ¿cuántos de nuestros grandiosos líderes políticos se habían preocupado por sacar adelante a nuestro municipio, sin tener que decirlo por cuestiones de campaña electoral? ¿Cuántos? ¿Desde cuándo y por qué?
En ese mundo de mentiras y simulaciones estamos naufragando como municipio. Por eso los datos, que no son cosa mía, dicen y dicen duro en contra de los malos gobiernos.
Aunque la situación del país es complicada, en nuestro querido municipio de Valle de Santiago es peor. Y están las cifras para el que quiera confrontarlas, de manera seria y responsable. Estamos jodidos. Esa es respuesta seria. Jodidos, con todas sus letras.
Valle de Santiago ha tenido un pasado glorioso y un pasado que debe de enorgullecernos, Un pasado que transita por las grandezas de Albino García, de Gertrudis Vargas y de Pedro Baptista Lascurain de Retana. Un pasado que también abreva en el orgullo presente como con Baltazar Aguilar, Félix Galván o J. Refugio Silva. Valle de Santiago es grande, muy grande, de verdad orgullosamente grande y no se merece esta caterva de políticos de poca monta que nos han gobernado.
Cambiemos los rumbos, cambiemos los modos y cambiemos en sí. Aunque militemos en diferentes trincheras políticas, aunque ello lo sea, nuestro municipio es más grande que nuestras diferencias. Valle de Santiago se lo merece. Valle es más grande e importante que cualquier otra circunstancia ¿lo entenderemos? En serio ¿realmente lo entenderemos?
La honestidad no es una virtud. Es una obligación. El amor a nuestra comunidad debe de ser algo real y no producto de una necesidad electoral para obtener votos. No sean mentirosos señores precandidatos o ya candidatos y no seamos cómplices como ciudadanos porque solo así podríamos ser diferentes y estar racionalmente contentos. Valle es más.
Me despido en un, dos, tres:
Uno, la frase. El escritor y pensador francés Víctor Hugo dijo: Es fácil ser bueno porque lo difícil es ser justo.
Dos, la cifra. La repito para que no haga cicatriz: El municipio de Valle de Santiago pasó en los últimos 15 años recientes del mediocre lugar 113 en el Índice de Desarrollo Humano, índice internacional impulsado por la ONU, al innombrable 905.
Tres. Eso es todo. Ciencia y conciencia para un mejor mañana. Nos vemos el viernes próximo. Hasta ese entonces y gracias.
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