La cápsula de este viernes versa sobre la ausencia de autoridad y, entendámoslo bien, que la autoridad más cercana es la autoridad municipal porque es, dicho hasta la saciedad, la autoridad gubernamental más cercana al ciudadano, al gobernado.
El vacío que causa esta ausencia tiene dos vertientes relevantes. Una, es estructural pues no ejerce los fines, las atribuciones, las funciones, las competencias y las facultades que les otorga el mandato obtenido en las urnas. Y la otra, es sicológica pues causa desaliento, desánimo y desamparo ante la impasividad, real o aparente, frente a las acciones de los gobernantes municipales.
Una de las cosas que más ira nos causa a ustedes, a mí y a todos es la impunidad. Ciertamente, la impunidad tiene dos eslabones fuertemente asidos, la ausencia de autoridad por parte de los gobernantes y la ausencia de convicción cívica por parte de los gobernados.
Necesitamos entender que tenemos los gobernados la obligación, sí, la obligación responsable de exigir a las autoridades que se cumplan las normas jurídicas y que ejerza la fuerza dentro de la ley para que todos los que formamos y conformamos la comunidad municipal podamos vivir con decencia, con seguridad, con principios básicos de convivencia. Principios de convivencia que nosotros no podemos, ni debemos stricto sensu, hacer. Sería caótico que cada quien tomara la ley entre sus manos y la ejerciera porque para eso están electas y remuneradas las autoridades.
En Valle de Santiago hay varios ejemplos que nos hablan de autoridad ausente. ¿Me permiten hacer un breve y seguramente insuficiente listado de actos de ausencia gubernamental por parte de las autoridades de este municipio? Seguramente ustedes también los han vivido y sufrido.
Está, por ejemplo y para empezar, la ausencia de autoridad en cuestiones viales. Autos estacionados en lugares prohibidos por doquier ¿quién no ha visto que en la calle Arteaga se entorpece cotidianamente el flujo vehicular a la altura de BANCOMER, donde permanentemente hay automóviles estacionados irregularmente frente al cajero de esa institución? ¿Qué ha sucedido con los tripulantes de motocicletas sin placas y con cascos que no son los adecuados para circular en ese automotor? Podemos ver a motociclistas con cascos hasta de astronauta o de futbol americano o del ejército nazi de la segunda guerra mundial y hasta sin ser sujetados por las hebillas. O sin casco alguno a quienes los acompañan, a veces, hasta cuatro personas montados en la motocicleta.
También se puede observar diariamente en el atrio de la Parroquia de Santiago Apóstol autos estacionados. Y este templo está ubicado justo en el corazón de la ciudad y a unos metros de la Presidencia Municipal lo que hace imposible que no lo vean las autoridades correspondientes.
El sonido que emanan varios vehículos con perifoneo es también un escozor permanente. Pero las bocinas con volumen estridente no son exclusivas de los autos, pues hay varios comercios fijos que hacen uso excesivo de ese recurso.
Es imposible, frente a la brevedad del tiempo que usa esta cápsula, enumerarlas todas. Quedan, mencionadas como de refilón, el comercio ambulante en donde parecen tener preferencia unos cuantos sobre los muchos que somos los que deambulamos sobre las banquetas. Queda pendiente como ausencia de autoridad, de igual manera, el abuso procaz y hasta provocativo de la energía eléctrica pública que utiliza el estacionamiento en Arteaga, entre Juárez y Obregón, propiedad del mismísimo alcalde de nuestro municipio y que según el reglamento de estacionamientos vigente debiera de estar pavimentado y con baños, además de no estar abierto sin cercado alguno.
Queridas autoridades municipales ¡pónganse las pilas y actúen! Para eso están y para eso les cubrimos sus sueldos. No actúen en función electoral. No actúen contra la ley que juraron ejercer y que para ello, evitando la figura de autoridad ausente, fueron electos.
Me despido en un, dos, tres:
Uno, la frase. El gobierno municipal tiene origen y sustento en la legalidad. Cuando no la ejercen, cuando están ausentes, terminan siendo no autoridad.
Dos, la cifra. En el periodo de gobierno 2003-2006, que también encabezó el señor Fernando Arredondo, hubo 33 denuncias y quejas ante la Procuraduría de Derechos Humanos del Estado de Guanajuato.
Tres. Eso es todo. Ciencia y conciencia para un mejor mañana. Nos vemos el viernes próximo. Hasta ese entonces y gracias.
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