viernes, 29 de abril de 2011

073 CÁPSULA CIENCIA Y CONCIENCIA

LOS CIUDADANOS DEL FUTURO Por Antonio Silva Tavera
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Mañana, sábado 30 de abril, celebraremos como desde hace décadas el día del niño. Los niños son lo mejor que tenemos como sociedad, algo que ya sabemos. Los pequeños son la posibilidad de un mejor futuro, algo que damos por cierto en nuestra esperanza. Siendo ya varios los años que celebramos a la niñez, nos damos cuenta de terribles noticias como la que en esta semana señala que uno de cada cuatro niños mexicanos viven en la pobreza extrema.
Pero ¿Cómo celebrar a los niños con mayor lucimiento? ¿Cómo de la mejor y más útil manera?
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Bueno, pues requerimos cultivar en nuestros hijos valores que deberán acompañarlos durante toda su existencia, incluso más allá, cuando a su vez tengan que inculcarlos a sus propios hijos. Valores universales como la amistad leal, la honradez tan necesaria, la dignidad para saberse no más que ninguno pero tampoco menos que nadie y la justicia, el darle a cada quien lo que a cada quien le corresponde.
Enseñarles el civismo solidario como parte de su equipaje de vida. Que sepan que pertenecer a una comunidad humana requiere de desprendimientos y de ayudar a los demás. A sus familiares, a sus compañeros de escuela o de trabajo, a sus vecinos y amigos. Darles la certeza de que solo así podremos tener mayor certidumbre de una mejor sociedad, que solo así podremos aspirar a un mejor México.
Que también un niño necesita y tiene derecho a la enseñanza académica, a prepararse intelectualmente. Que nuestras comunidades necesitan ser nutridas con grupos humanos con la mejor preparación técnica, con todas las posibilidades de acceso al conocimiento y con toda la obligación de tener vocación de servicio, combatiendo desde ya, la materialidad con que estas épocas tratan de someternos; mostrándoles la fundamental importancia del lado espiritual del ser humano, un ser manco en la carencia de ésta.
Es complicado llevar a cabo estas labores para con los niños. No es fácil, claro que no lo es. Sin embargo, nunca se predicará en el desierto si estas enseñanzas las hacemos desde el templo del ejemplo. Para que los valores universales, el civismo solidario y la enseñanza académica enraícen en nuestros pequeños debemos de prepararnos nosotros mismos, en la inteligencia que nunca es demasiado tarde o se está demasiado viejo para hacerlo.
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Recordemos que entre los niños actuales están los médicos, los poetas o los políticos del mañana. Hagámosles un entorno más cálido, lleno de paz y bueno. Los adultos quieren que se acabe la violencia en las calles y los niños en sus casas. Evitemos la violencia y más aún la violencia intrafamiliar. No los hagamos un eslabón más de la insensatez. Ayudemos a romper esta cadena de agravios enseñando a nuestros hijos el valor del perdón para vivir sin odios. Una familia feliz no es sino un paraíso anticipado.
Está en un grave error quien piensa que estos principios torales de enseñanza para la niñez es solo labor del Estado. El gobierno tiene responsabilidades pero nosotros, los adultos, los padres, tenemos la responsabilidad primaria.
Mi mensaje es corto y simple, dejemos las amarguras del pasado, trabajemos juntos e iniciemos de nuevo. Los niños nos lo agradecerán.
Me despido en un, dos, tres:
Uno, la frase. La madurez del hombre es haber vuelto a encontrar la seriedad con la que jugaba cuando era niño, Friedrich Wilhelm Nietzsche.
Dos, la cifra. Según el Censo de 2010, en el municipio de Valle de Santiago habitan, viven y juegan 33,677 menores de 12 años. Son 33,677 pequeños en los que descansa gran parte de nuestras esperanzas y razón de ser ¡Guiémoslos!
Tres. Eso es todo. Ciencia y conciencia para un mejor mañana. Nos vemos el viernes próximo. Hasta ese entonces y gracias.
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