jueves, 8 de julio de 2010

036 CÁPSULA CIENCIA Y CONCIENCIA

image8 DE JULIO DE 2010
DÉMOSLE UNA OPORTUNIDAD A LA PREVENCIÓN Por Antonio Silva Tavera


image
Las lluvias intensas que azotaron la parte noroccidental del golfo de México dejaron una secuela grave de destrucción en los estados norteños de Tamaulipas, Nuevo León y Coahuila. Principalmente hemos visto por televisión la desgracia apoderarse de las familias que habitan en la zona metropolitana de Monterrey.
Pero siempre que sucede eso la pregunta es inevitable ¿se podría haber reducido el tamaño de las consecuencias de un fenómeno, ese sí ciertamente, inevitable? Una vez sucedido el fenómeno ¿están actuando a la altura las autoridades para paliarlo? Y también es igualmente inevitable preguntarse ¿a nosotros no nos sucederá? Si la naturaleza decide descargar su fuerza inconmensurable a través de lluvias torrenciales, de temblores o incendios ocasionados por sequía ¿estamos listos en Valle de Santiago para no ser los próximos protagonistas de esas terribles imágenes que observamos ahora por televisión?
Los sistemas de protección civil deben de tener las respuestas.
Mencionaba en una cápsula anterior que nuestro país, por lo que toca a la sismicidad en lo general, puede dividirse en tres grandes zonas: la zona sísmica, que es la que recibe los mayores movimientos y en donde los efectos de los terremotos son más severos, la zona penisísmica donde estos no son tan fuertes como en la anterior pero si hay temblores y la zona asísmica, en donde no tiembla la tierra. También mencionaba que nuestro Valle de Santiago se encuentra en la zona penisísmica. Aquí tiembla. Lo sabemos perfectamente los vallenses.
Aún se recuerda el temblor que sacudió a la ciudad de México aquel 19 de septiembre de 1985 porque se sintió y fuerte en nuestra ciudad.
Por eso los lugares públicos de mayor concentración de personas, tales como mercados, edificios comerciales, edificios de gobierno, templos, escuelas, salones de fiesta, etc., requieren de especial atención.
El Reglamento de Protección Civil para el Municipio de Valle de Santiago, Guanajuato que data de octubre de 2005 establece la actualización constante del Atlas municipal de Riesgos, los administradores generales de edificaciones que reciban afluencia masiva de personas, están obligados a elaborar y hacer cumplir un Programa Específico de Protección Civil contando para ello con asesoría técnica de la Unidad de Protección Civil. También señala el reglamento aludido, entre otras cosas, el deber de la autoridad de auspiciar lo que denomina Grupos de Voluntarios que no son otra cosa que grupos de ciudadanos habitantes del Municipio quienes podrán ayudar y coadyuvar con las autoridades municipales en la implantación y ejecución de acciones o programas de protección civil. La pregunta es ¿realmente se están llevando a cabo esas tareas? De ahí se derivan varias otras preguntas ¿Se evalúa permanentemente el Programa Municipal de Protección Civil? ¿Se están realizando efectivamente las campañas de capacitación o los simulacros en escuelas por ejemplo? El artículo 56 del reglamento establece claramente que “Los simulacros en cada uno de estos sitios se llevarán a cabo por lo menos una vez al año” ¿se están haciendo con esa periodicidad que obliga la ley?
Adicionalmente, el reglamento de construcción vigente desde febrero de 2006 menciona en el capítulo del diseño estructural unas normas técnicas para la seguridad de los edificios en construcción y establece tácitamente que “La Dirección de Desarrollo Urbano y Obras Públicas Municipales, como en ese entonces se llamaba, en un plazo máximo de treinta días dará a conocer (dichas) especificaciones”. Esto no ha sido así. Han pasado cuatro años y no se tiene conocimiento que esto se haya hecho. No existen esas normas técnicas lo que representa una irresponsabilidad y una terrible laguna en la seguridad.
La naturaleza puede causar siniestros, inundaciones, temblores, trombas y demás. Pero es obligación de la autoridad, en compañía de la sociedad misma, hacer lo que esté al alcance humano para disminuir las consecuencias de los mismos. La palabra clave es prevención. Si, prevención con organización. Si, prevención responsable.
Me despido en un, dos, tres:
Uno, la frase. En esta ocasión queda como anillo al dedo el consejo popular que reza “Más vale prevenir que lamentar”
Dos. Lo invito a que visite en internet el sitio www.valledesantiago.org.mx y
Tres. Eso es todo. Ciencia y conciencia para un mejor mañana. Nos vemos el jueves próximo. Hasta ese entonces. Gracias.