viernes, 27 de mayo de 2011

076 CÁPSULA CIENCIA Y CONCIENCIA

LA CIUDAD DESTRUIDA Por Antonio Silva Tavera
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Las ciudades tienen un legado histórico-cultural que deben de preservar. Es la única forma de reflejarse en su pasado, de reconocerse, de diferenciarse. De entre los más importantes legados histórico-culturales encontramos la herencia arquitectónica: nuestro patrimonio edificado. Esto es porque los edificios antiguos retratan a las generaciones pasadas en sus aspiraciones, con sus creencias y sus gustos, sus miedos y misterios. A través de las edificaciones podemos aproximarnos seriamente a las sociedades que nos antecedieron. Los edificios antiguos, los que tienen arte e historia guardados entre sus muros, tienen dignidad propia sin duda y demolerlos es cancelar definitivamente la oportunidad de enorgullecerse de nuestro pasado común, de admirarlos en su intimidad compartida o de escucharlos en sus muchas historias y leyendas vividas.
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Ahora bien, alguien no podría estar de acuerdo. Alguien podría preguntarse ¿si esta casa es mía por qué no he de hacer lo que yo quiera con ella? La respuesta es que nadie objeta la legalidad de su propiedad, es tan suya como los calcetines que trae puestos. Lo que no es atribución de los propietarios sino facultad de la autoridad, es el uso. Y existe una razón fundamental para que esto así sea. Veamos, ¿estaría, por ejemplo, usted de acuerdo que el propietario de la casa vecina, la de al lado, tan dueño legal de su finca como es usted de la suya, usara su propiedad para instalar una zahúrda? O, generalizando ¿estarían de acuerdo los vecinos de su calle en que se colocara un centro nocturno por el rumbo? Luego entonces, siguen siendo tan propietarios de su inmueble todos los que legalmente lo acrediten, pero no de usarlo como quieran y en lo que quieran. Destruir el patrimonio arquitectónico camina por ahí y va de la mano con que nadie puede desaparecer el legado histórico de toda la comunidad y que la autoridad está obligada a preservarlo.
Esta obligación es debida a que es de utilidad pública, la investigación, protección, conservación, restauración y recuperación de los monumentos arqueológicos, artísticos e históricos y de las zonas de monumentos.
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La ley es muy clara al respecto, si es una edificación del siglo XIX o del siglo XX que además esté catalogada o que pertenezca al centro histórico o que tenga una declaratoria de interés público por su carácter artístico, histórico, referencial o de conjunto corresponde a la Ley Federal Sobre Monumentos y Zonas Arqueológicos, Artísticos e Históricos. La atribución para hacerla cumplir recae directamente en el Instituto Nacional de Antropología e Historia o INAH por sus siglas contando con la coordinación de las autoridades municipales. Pero lo sabemos, la supervisión convenida con el municipio termina convirtiéndose en cómplice de los atilas urbanos.
En Valle de Santiago hemos vivido una constante destrucción de nuestro patrimonio inmobiliario cultural, artístico e histórico. Destrucción que desafortunadamente se ha acelerado en los últimos meses encabezada por un influyente político local que, hablando en términos de inmuebles históricos, convierte en polvo todo lo que toca. Y aunque no exista, hasta donde sé, una declaratoria que delimite lo que es el centro histórico, zona que usualmente cuenta con la máxima preservación, ello no obsta para que se proteja y preserve nuestro legado como la ley tácitamente señala.
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Destruir el pasado de nuestros abuelos no habla bien de nosotros como sociedad. Lo que es patrimonio inmobiliario de conservación nos pertenece a todos porque pertenece a nuestra historia común. Aún más allá de lo que la conservación del patrimonio edificado signifique para cada uno de nosotros, lo relevante es no cancelar la oportunidad de trasladar la historia que nos sustancia. Incluso, esto es una oportunidad para los políticos quienes, obligados a evitar la destrucción de nuestra herencia cultural edificada, puedan permitirnos cumplir con el deber de tener pasado tangible que heredar a las nuevas generaciones.
Me despido en un, dos, tres:
Uno, la frase. Hay un refrán italiano que dice “Quien regresando a su pueblo después de una ausencia larga no encuentra su portal, su plaza y su árbol, no regresó nunca”.
Dos, la cifra. En la cabecera municipal son 49 los inmuebles catalogados por el INAH. Treinta y cinco de ellos, el 70%, están en alto riesgo de ser intervenidos ilegalmente o sin autorización alguna. Nueve de ellos, el 10%, han sido perdidos para siempre. Una catástrofe.
Tres. Eso es todo. Ciencia y conciencia para un mejor mañana. Nos vemos el viernes próximo. Hasta ese entonces y gracias.
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